Uruguay es el único país de América que no ha
conservado vestigios de música indígena existiendo sobre ella un gran
desconocimiento, debido entre otras causas al carácter indomable de los
charrúas, la dominación cultural de la conquista a través de las
Misiones y el externimio de la raza en 1831.
Las únicas referencias que
existen sobre sus instrumentos y la función social de la misma se
encuentran en crónicas y diarios de viajeros que entre los siglos XVI y
XIX llegaron a las costas del Río de la Plata. Tal es el caso de Martín
del Barco Centenera, Félix de Azara y Ortiz de Zárate, quienes mencionan
en sus escritos, instrumentos musicales como "trompas, bozinas y
atambores". Por otra parte, en 1833 el francés Dumontier describe con
detalle el arco musical que ejecutó el indio Tacuabé en París, donde fue
trasladado prisionero junto a otros tres de su raza para ser exhibidos
como "rarezas" en la Exposición Internacional de París, después de la
matanza de Salsipuedes. Este arco musical o violín monocorde estaba
construído con una rama de árbol a la que se le habían practicado
hendiduras en sus extremos donde se sujetaban un manojo de crines
tensas que se frotaban o percutían con otra rama más corta. Uno de los
extremos de la rama era colocado en la boca del ejecutante para servir
de caja de resonancia.
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